AMSTERDAM!


 

 Estuve los primeros tres días repitiendo “entendés que es todo lindo? No es solo una zona, es todo igual de lindo” y también preguntándome dónde vive la gente, porque no entendía que vivan ahí, en esas casitas perfectas e idénticas entre sí.



 Apenas aterrizamos nos hicimos amigas de un local que después nos llevaría a cenar unos sanguches que se sacaban de una especie de lockers en la calle, a un bar donde cantaba un Palito Ortega holandés y nos convidaría unos caramelos de carne que fue lo más feo que probé en mi vida.  


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